jueves, 12 de septiembre de 2013

Psicopatia mediatica

¿Psicópatas somos todos? Somos todos, pero lo que sí sabemos es que los peores de ellos son los psicópatas con poder. El cuarto poder hoy día se maneja con su propia moral y sus propias leyes éticas sin importar el consenso social o las normas mínimas de convivencia dentro de una sociedad en su conjunto; al contrario, les da un cierto morbo modificarlas a su criterio empresarial. Por eso, cuando analizamos a los medios, hay que pensar que su psicopatía se distribuye masivamente a todos los sectores de nuestro país a través de las pantallas, de los artículos periodísticos y de sus voces opinadas.
Analizar a la corporación mediática como psicópatas no es desmerecer la verdad o tergiversar la realidad, sino simplemente es un breve análisis de lo que aconteció en los últimos 5 años de la vida política argentina y de lo que son posibles de lograr el “cuarto poder” en el proceso de alienación de la sociedad argentina. Ya que para todo psicótico, es necesario su neurótico.
Cuando hablamos de la característica de psicopatía en la corporación mediática lo que estamos tratando de ver es como este trastorno antisocial de la personalidad logra trasladarse a partir de los objetivos económicos y políticos de esta corporación.
Los “psicópatas mediáticos” no pueden empatizar ni mucho menos sentir remordimiento sobre las situaciones que generan, por eso interactúan con los demás como si fuesen cualquier otro objeto, los usan para conseguir sus objetivos: la satisfacción de sus propios intereses. La búsqueda incesante de la satisfacción de sus intereses y la cosificación del otro al rol de servidor de sus intereses obligan al grupo a tomar medidas extremas que tienen un tinte de placer y autosatisfacción.
 
 



 

Lo que consigue la “psicopatía mediática” es crear propios códigos de comportamiento, por lo que puede dejar de lado la conducta social general de un contexto histórico, por una moral propia con códigos propios. Y cuando hablamos de moral se impone la lógica del bien y del mal, para un psicópata el bien y el mal es propio y se circunscribe a la satisfacción de sus propios intereses. Por eso, el “maquiavelismo” de la corporación mediática los hace convertir en “príncipes” en la autosatisfacción de sus intereses económicos y “republicanos” en la palabra y la imagen.


También existe un problema en las necesidades de los “psicópatas mediáticos” ya que,  al no ser compartidas por el grupo social en su totalidad, no pueden ser comprendidas ni generar empatía, por situarse fuera de las leyes de la costumbre y del bien común, aunque estas necesidades son sentidas con fuerza e impelen a la acción del psicópata. La fuerza y la masividad se imponen a la racionalidad crítica.



Además, los “psicópatas mediáticos” poseen la característica de ser egocéntricos. Esto implica que el “psicópata mediático” trabaja siempre para sí mismo por lo que siempre está manipulando o esperando recuperar esa inversión en el futuro. De la misma forma su egocentrismo conlleva a la sobrevaloración de su persona, esto tiene atribuido una cierta megalomanía, una hipervaloración de su capacidad de conseguir ciertas cosas y la empatía utilitaria, que consiste en una habilidad para captar la necesidad del otro y utilizar esta información para su propio beneficio, lo que constituye una mirada en el interior del otro para saber sus debilidades y obrar sobre ellas para manipular.

 

Un “psicópata mediático” puede ser una persona simpática y de expresiones sensatas que, sin embargo, no duda en cometer un delito cuando le conviene por sus intereses y lo hace sin sentir remordimientos ni culpa por ello. La mayor parte de los “psicópatas mediáticos” no dudan en mentir, manipular, engañar y hacer daño para conseguir sus objetivos, sin sentir ningún remordimiento. Los limites se transfiguran, se cambian, todo sea por el objetivo a conseguir, inclusive los delitos pueden ser criminales. La violencia, la maldad, la premeditación, la sangre fría son características de esa personalidad.
 



Como bien dice Robert Hare, investigador sobre psicología criminal, “la sociedad no puede defenderse de los psicópatas, son ellos los que hacen las reglas”. Por eso, la única forma de poder ejercer un cierto control sobre la política “psicótica” de la corporación mediática es contraponer las mentiras, las falsedades y las tergiversaciones con la muestra de la realidad social y política. No todo lo que aparece en los medios es sagrado, eso ya lo sabemos, pero lo que no sabemos es que la “psicopatía” en general es incorregible, así que la labor de mostrar el otro lado de la corporación mediática, es un deber ciudadano, ya que esa “patología mediática” tiene al resto de la sociedad intoxicadas a través de la parcialidad de la información.