lunes, 6 de octubre de 2014

La vida (no) es bella

Vivimos en un mundo fugaz. Cada vez mas, nuestro planeta se parece a un meteorito que va rapidisimo a través del espacio, perdiendo partículas en la nada y directo a implosionar. La inmediatez le quito el paso a la crítica, la rapidez al pensamiento. De esa forma vivimos rodeados de apuros sin sentido, y donde el que para la pelota y trata de pensar esta estorbando.

El cuerpo es una masa de carne que terminamos matando con las adicciones, tanto a lo bueno o a lo malo. Parece ser que “dejar un cuerpo bonito” es la frase del momento. No importa que le metamos, solo en exceso sirve. Cocaina, ketamina, Crossfit, fast food, fashion, facebook, twitter, whatsapp.  Copiar modas excéntricas y extranjeras nos convierten en estos animales atrás de la pelotita de la perfección y auto-satisfacción. Somos animales de consumo, sin pensar lo que queremos,  buscamos el placer inmediato. Todo lo que consumimos nos tiene que dar felicidad, nos tiene que poner alegre. Lo material es sinónimo de paraíso.
Stress, antidepresivos, ansiolíticos, ataques de pánicos, arritmias, accidente cardiovasculares nos dejan en claro que la aceleración de la vida no lleva a otra cosa que chocarse de frente contra el paredón de la insatisfacción y la destrucción corporal y mental. Por eso, todo lo que consumimos hasta el hastío no nos da alegría, solo nos quita la posibilidad del razonamiento, de la alegría del calor humano.
La deshumanización que vivimos nos hace creer que la “amistad” no es otra cosa de cuantos te siguen, sin importar si lo conoces o no. La paradoja es que cuantos mas “amigos” en las redes sociales tenes, menos contacto humano tenes. Las redes sociales por lo visto, fueron concebidas para eso, para tratarnos a través de una pantalla. Ayudan en la distancia, pero rompen con esa imagen del amigo sentado en un bar tomando algo y charlando de la vida.
Esa “deshumanización” nos muestra que los modelos perfectos del sistema no son otra cosa que estereotipos de laboratorio armados por el marketing global. Mujeres tratándose como prisioneras de guerra, autoflagelandose a través de ingestas de dietas a base de gramos de comida y operaciones sin sentido en la naturaleza de sus cuerpos, y expulsando  vómitos de bilis. O sino los varones, armados como soldados de un ejército de parecidos, con cuerpos tallados donde el musculo principal es el abdomen, y con cortes de pelo, barbas, anteojos, y tatuajes queriendo ser diferentes al resto de los iguales.
 
Como todo modelo, la belleza incluida es selectiva y minoritaria, mientras que la gran mayoría es excluida y discriminada. Si no sos adicto a moldear el cuerpo necesario en un gym (o en un cirujano plástico) para tener un buen trabajo, un buen auto, una buena mujer, siempre tenes algo para comprar y autosatisfacerte un poco. Y si tampoco podes comprar, miralo a través de la pantalla donde todo lo que pasa es oro, y vos no lo sos, ya que estas ahí, sentado en tu sillón, comiendo hamburguesas de delivery. Porque si hay algo feo en este sistema, es el pobre. Mientras que la necesidad de ser un “modelo” del sistema es la hoz, la masividad de los medios es el martillo de todos los días que a través de las publicidades, el marketing y lo moralmente bello o no, penetran en las mentes dia tras dia en la gran danza de perdedores.
De esta forma, este modelo masivo y deprimente va penetrando lentamente en nuestros actos cotidianos. Y por eso, lo mas triste y concluyente es que nos confundimos y determinamos que nunca queremos lo que tenemos, sino que queremos lo que no tenemos, y así la felicidad no es otra cosa que la propiedad; lo tengo o no y ese camino incesante donde la meta no existe. Al querer lo que no tenemos, no nos damos cuenta de lo que tenemos, y así pierde sentido todo lo que formemos. Perdemos mucho con esta necesidad del sistema de tener o no tener. No tenemos un auto, queremos un auto. Tenemos un auto lindo, queremos un auto importado y lujoso. Tenemos un auto importado y lujoso, queremos un helicóptero. Y así en todos los sentidos de la vida, solo perdemos. Siempre perdemos, sobretodo los momentos de disfrutar.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario